• 12/11/2025 17:10

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Carpinchos y humedales: la naturaleza que resiste en su territorio – Parte I

Los carpinchos no irrumpieron en Nordelta: fueron ellos quienes habitaron primero esos humedales. El avance inmobiliario los desplazó de su hábitat y los obligó a convivir con lagunas artificiales y cemento. Presentarlos como “invasores” no solo es injusto: también encubre el verdadero problema, que es la destrucción de ecosistemas protegidos por leyes que rara vez se cumplen.

En la Argentina, los humedales están amparados por compromisos internacionales como el Convenio de Ramsar (ratificado en 1991) y por el artículo 41 de la Constitución Nacional, que establece el derecho a un ambiente sano y el deber de las autoridades de preservarlo. Sin embargo, la ausencia de una Ley de Humedales y el incumplimiento de normativas ambientales han dejado la puerta abierta a la urbanización sin control, la especulación inmobiliaria y el fuego intencional en el Delta del Paraná.

El caso Nordelta es apenas la superficie visible de un problema estructural: cuando el Estado permite construir sobre humedales, incumple su propia obligación de proteger bienes comunes. Así lo advierten especialistas como Rubén Quintana (CONICET), quien señala que “la pérdida de humedales es dramática y afecta no solo a la biodiversidad sino también al ciclo del agua, al clima y a la vida humana”. Greenpeace y la Multisectorial por los Humedales sostienen lo mismo: sin control ni sanciones, los intereses económicos se imponen sobre los derechos ambientales.

El Delta, nuestro territorio insular, es un caso urgente. Los incendios recurrentes, la contaminación y el avance de proyectos extractivos demuestran que el incumplimiento de las leyes ambientales no es un accidente: es una política de hecho. Mientras tanto, la fauna y las comunidades isleñas conviven con la pérdida acelerada de su ambiente natural.

Los carpinchos se volvieron protagonistas involuntarios de esta historia. Su “regreso” a los barrios cerrados es un recordatorio incómodo: la naturaleza no desaparece, resiste. Cada carpincho que cruza una calle de Nordelta es una prueba viva de que la urbanización se construyó sobre un ecosistema que nunca debió ser destruido.

 

Foto gentileza:ArgentiNat

Hacia una investigación más profunda

Este artículo abre la puerta a una investigación más profunda sobre cómo la falta de cumplimiento de las leyes ambientales —en el continente y en el Delta— afecta a la biodiversidad, los derechos de las comunidades y el futuro de todos. La Ley de Humedales integral sigue siendo una deuda pendiente que necesitamos visibilizar y reclamar.

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